lunes, 26 de diciembre de 2011

Esperando...

   Como siempre, sigo esperando a que vuelva. Me doy cuenta de que, al final, acabo siempre en el mismo lugar, con la sensación de estar perdiendo el tiempo, sintiéndome decepcionada.
   Le doy permiso para ir, venir, salir, entrar. Le hago entender que estoy a su entera disposición. Sólo necesito algo de atención de vez en cuando, pero no funciona. Cada vez ocurre con menos frecuencia.
   Como una madre con su hijo: le permites cosas que jamás pensaste que permitirías. Casi se podría decir que juega contigo, que se ríe de ti. Y lo consientes. ¿Por qué? Llevo mucho tiempo intentando encontrar la respuesta.
   Pero, francamente, al final parece que todo está justificado. Cuando aparece, tengo la sensación de que cualquier sacrificio, cualquier espera, ha merecido la pena. Y entonces deseas que no se vuelva a marchar jamás, que se quede contigo para siempre, que te ayude a sacar a la luz todo lo que llevas en tu interior.
   Aún no fui capaz de conseguirlo. Y es que la inspiración, cada vez lo tengo más claro, va a su propio ritmo.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Pasado

   A raíz de un sueño que tuve esta noche, pensé que por qué no hacer mi particular reflexión acerca de lo que opino sobre el pasado.
   No creo en el tópico "cualquier tiempo pasado fue mejor". Me parece una manera de negarse a avanzar. De negarse a uno mismo la oportunidad del cambio. De no sacar partido de la "voluntad creadora" de la que tanto le gustaba hablar a Nietzsche. Me parece una irresponsabilidad, en resumidas cuentas.
   Pero, por otro lado, tampoco soy partidaria de olvidarme de él. Pienso que es inhumano, absurdo. Que no podemos negarnos, obviamente, lo que somos. No se trata, para mí, de aprender de ello. Yo, a día de hoy, sigo sin hacerlo. Es, simplemente, seguir siendo lo suficientemente optimistas como para que aún los recuerdos nos arranquen una sonrisa sin que eso suponga un obstáculo para el progreso personal. Sin hacer caso de la melancolía.