—¿De verdad los consideras ignorantes?
—Bueno, ya sabes a lo que me refiero: quizá desde un plano intelectual...
—Sí, sé a lo que te refieres. Y no estoy de acuerdo contigo. Piensa lo que te dé la gana, pero la gente que se permite el lujo de mirar a los demás por encima del hombro simplemente porque no tengan esos títulos de los que tanto les gusta presumir a ellos o porque no tengan una cantidad de conocimientos inmensa, me parecen, francamente, un pedazo de mierda.
—A ver, que tampoco...
—No he terminado: me parecen un pedazo de mierda. Ellos son los verdaderos ignorantes. Ignoran lo que es tener dignidad sabiendo ser humildes. Ignoran lo que es ser respetuoso a pesar de las diferencias. Y, sobre todo, ignoran lo que es ser feliz. Y para mí no hay mayor y peor ignorancia que esa.
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